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domingo, 4 de noviembre de 2018

sábado, 13 de octubre de 2018

Acompañantes Terapéuticos de Ensenada

ATENCIÓN ACOMPAÑANTES TERAPÉUTICOS DE ENSENADA!!!. El día martes 23 de octubre,a las 18:00 hs,en el Club Pueblo Nuevo ( Don Bosco y 25 de Mayo), se inaugura un espacio para nosotros,un espacio propio donde el Acompañamiento Terapéutico es el eje central,un espacio creativo,de intercambio tanto de experiencias como de saberes,un espacio de reflexión y Por que no??? Un espacio de contención.
A cargo del profesor y Acompañante terapéutico Vladimiro Chiattone,te invitamos  a participar de manera absolutamente GRATUITA!!!

viernes, 12 de octubre de 2018

La clínica del acompañamiento terapéutico (AT) San Pablo Por Prof. Dr. Maurício Castejón Hermann

La función clínica del Acompañamiento Terapéutico (AT) aparece originalmente como una respuesta a la necesidad de encontrar nuevos dispositivos de cuidado para los pacientes con graves disturbios emocionales. Hoy esta práctica ya no se reduce a brindar asistencia para las tareas cotidianas de los enfermos sino que, se ha consolidado como un enriquecido dispositivo grupal donde los profesionales actúan con un equipo de enfoque múltiple. El AT devino un montaje clínico que alienta los recursos del sujeto.

Es de fundamental importancia que el trabajo en equipo se establezca, para que la heterogeneidad y la cooperación de los profesionales involucrados en el caso sean mantenidas, a fin de que el paciente perciba la existencia de un red de profesionales articulados.
Este artículo [2] describe los cambios ocurridos en la función del acompañamiento terapéutico (AT), desde su origen, analizándole por el bies estrictamente asistencialista e integrado a una equipo de abordaje múltiple. Consideramos, ya de antemano, que este equipo debería ser establecida, a priori, también bajo una nueva visión de la función de este agente de la salud, que viene actuando de una manera desvinculada de los equipos de los centros de salud, estableciendo colaboración con los psiquiatras para trabajaren con los pacientes que tienen graves comprometimientos emocionales.
La creación de la función clínica del AT tiene origen en una necesidad institucional, como Eduardo Kalina y colaboradores nos revelan, debido a los fracasos verificados en los tratamientos de pacientes con graves disturbios emocionales. Según Mauer y Resnizky, el AT se definió como una función específica integrada a un equipo de abordaje múltiple cuyas responsabilidades de cada dispositivo clínico son asimétricas e interdependientes. Es de fundamental importancia que el trabajo en equipo se establezca, para que la heterogeneidad y la cooperación de los profesionales involucrados en el caso sean mantenidas, a fin de que el paciente perciba la existencia de un red de profesionales articulados y con la capacidad de contención frente a la “dispersión” inherente a los fenómenos psicóticos.
El trabajo clínico del AT – debe quedar claro – no se hace de manera aislada, lo que indica la necesidad de que el profesional este inserto en un equipo, de manera a garantizar una mejor definición de su función en cada caso. Un equipo de tratamiento para los pacientes con graves compromisos emocionales debe constituirse con al menos dos profesionales ocupados con el paciente y con su entorno familiar. Es importante destacar que el equipo debe tener un buen mecanismo de cooperación y fluidez de la información [3], así como también explicitar al paciente y su familia que la comunicación entre los profesionales es necesaria y frecuente.
El origen del AT está atado a una historia institucional que es en sí mismo una marca fundamental que caracteriza la función descrita por Mauer y Resnizky. Tomemos una cita de los autores: “Al establecer un contacto cotidiano con el paciente, el Acompañante Terapéutico podrá obtener informaciones fiables sobre el comportamiento del paciente en la calle, sobre los vínculos que mantiene con los miembros de la familia sobre el tipo de personas con las que prefiere relacionarse y sobre las emociones que lo dominan. Registrará, también, conductas llamativas en la vida cotidiana en relación a la alimentación, al sueño, a la higiene personal. Todo esto ayudará, en menos tiempo, a una comprensión global del paciente por el equipo y servirá como un indicador de diagnóstico y pronóstico de un valor inestimable “(Mauer y Resnizky, p.63, 1986).
Sin embargo, defendemos la idea de que la formación psicoanalítica contribuya para la actuación del profesional y consideramos de suma importancia que el AT independiente tenga una “mirada institucional”, que comprenda las características específicas de dispositivos clínicos que compongan la arquitectura terapéutica institucional del tratamiento.
La función del AT, en la forma descrita anteriormente, se constituyó en un contexto de dependencia institucional “Su trabajo no puede lograrse de manera aislada. Se inscribe dentro de un equipo “(Mauer y Resnizky, p.64, 1986). El AT asume la responsabilidad de recopilar informaciones sobre la vida del paciente para el equipo que lo asiste. Así, la función está limitada a la necesidad de la institución de prolongarse hasta los espacios de circulación del paciente afuera del espacio institucional. Inicialmente, el AT también tenía como tarea llevar a cabo procedimientos asistenciales tales como ayudar al paciente a cuidar de su higiene personal, a realizar tareas domesticas, a ir al banco, ayudar a proporcionar documentos, entre otros.
Después de treinta años desde el establecimiento de la función, se percibe que el AT ha registrado cambios significativos. Hay una proliferación de grupos y de profesionales independientes que actúan sin vínculos institucionales con un equipo de enfoque múltiple (específicos de los centros de salud o montajes institucionales de tratamiento). Ello cambia radicalmente el papel de AT y en ese sentido se requieren nuevas teorizaciones capaces de anclar sus actividades. Más que eso, se percibe que la práctica del AT no se ha limitado a un área de conocimiento, lo que crea aún más confusión sobre la función clínica, una vez que es común ver a los estudiantes de medicina, educadores, terapeutas ocupacionales y otros profesionales de la área de la salud involucrados con esta práctica, basados en la creencia de que se trata solamente de circular con un paciente psicótico en los espacios públicos y comunitarios.
De esta manera, es de gran importancia la presentación de los conceptos específicos de este dispositivo, oriundos desde la práctica clínica, como hemos visto ocurrir hoy. No es un problema que otros profesionales elijan el Acompañamiento Terapéutico como ejercicio profesional. Sin embargo, defendemos la idea de que la formación psicoanalítica contribuya para la actuación del profesional y consideramos de suma importancia que el AT independiente tenga una “mirada institucional”, que comprenda las características específicas de dispositivos clínicos que compongan la arquitectura terapéutica institucional del tratamiento. La relación con un paciente psicótico es muy intenso y difícil de soportar, por lo que requiere de estrategias y construcciones que permitan superar situaciones de crisis. El AT independiente puede incluso hacer uso de la “mirada institucional” para tejer, en cada caso, una red de profesionales pertinentes a las singularidades en juego, lo que reafirma el aspecto institucional de la clínica autónoma. En este punto, cabe concordar con Mauer y Resnizky en lo se refiere a la dependencia del AT independiente de otros profesionales, siempre está, por lo menos, ligado a un psiquiatra.
Podríamos decir que, ahora el AT honra a la institución al actuar como un “agente articulador” de los profesionales involucrados en un caso. Este nuevo atributo depende de conocer, buscar e investigar “quien es” el sujeto psicóticos en cuestión.
Cuando hablamos de la posibilidad del AT autónomo de “tejer una red de profesionales involucrados en un caso”, tomamos a este profesional como “el idealizador del proyecto terapéutico”, lo que va mucho más allá del aspecto asistencialista dado a la función tradicionalmente. Podríamos decir que, ahora el AT honra a la institución al actuar como un “agente articulador” de los profesionales involucrados en un caso. Este nuevo atributo depende de conocer, buscar e investigar “quien es” el sujeto psicóticos en cuestión. Según Freud, un brote equivale a un intento de construcción de una realidad menos insoportable, tal como una mucho menos insoportable, como se trabajó en el caso Schreber, a partir de lo cual inaugurase una dimensión ética del psicoanálisis frente al delirio: en lugar de eliminarlo, escucharlo. De este modo, la enseñanza freudiana direcciona el AT al uso del concepto de escucha clínica psicoanalítica.
El proyecto terapéutico que se aplicará dependerá, a su vez, de la formación psicoanalítica, ya que es la escucha clínica psicoanalítica la que ofrece instrumentos pertinentes para que se conozca el sujeto psicótico. Como dicen los franceses en el juego de palabras, Queta d’un sujet, un sujet d’enquête (en la búsqueda, en la investigación de un sujeto). De qué modo Lacan nos habituó a escuchar a un psicótico? ¿Qué es que lo hice entrar en brote? ¿Cuál fue la producción en su delirio, durante el brote? ¿Qué le permitió salir del brote? ¿Cómo vive este sujeto, el borde de la locura, sin caer en el agujero de la psicosis? ¿ De qué manera el pude estabilizarse? Estas son preguntas fundamentales para reconocer los recursos disponibles al paciente en un determinado momento del proceso clínico.
…Se habla de la apuesta a los recursos de un sujeto, que se ubica en la tenue frontera entre la experiencia del brote psicótico y la estabilidad.
Es evidente que el AT y el análisis individual de los psicóticos son dispositivos clínicos distintos, aunque ambas prácticas se basan en la escucha psicoanalítica. En la especificidad del AT, la escucha clínica sirve como herramienta de reconocimiento del sujeto psicótico, en un momento dado del proceso clínico. Son informaciones importantes, una vez que cualquier direccionamiento del proyecto terapéutico exige el reconocimiento de las condiciones y las posibilidades presentadas por el paciente, incluso en lo que es relativo a la construcción de un montaje institucional de tratamiento. En otras palabras, se habla de la apuesta a los recursos de un sujeto, que se ubica en la tenue frontera entre la experiencia del brote psicótico y la estabilidad.
[2] - Estas reflexiones están presentes en la tesis de doctorado titulada "Acompañamiento Terapéutico y psicosis: un Articulador del real, simbólico y imaginario", bajo la orientación de Prof. Dra. Rosa Miriam Debieux.
[3] - Según Ciacci (1998), la fluidez de un equipo de tratamiento puede ser teorizada por medio del concepto de pratique à plusieurs (práctica entre varios), lo que implica que el conocimiento de uno no exime de la necesidad del saber del otro, porque sólo así no se produce la cristalización de un miembro del equipo en la posición de líder o detentor del "saber primordial” sobre el paciente. Lo que debe estar en cuestión es el deseo de cada uno de los miembros del equipo de tratar el paciente de manera inventiva. En otras palabras, cada miembro del equipo debe ser tocado por el "no saber", que todo caso moviliza, estimulándose un hacer clínico movilizado por el deseo, bajo lo cual se centra la tensión inherente a la relación entre el tejido institucional (cuerpo técnico), los deseos singulares, los integrantes y las relaciones con la con la clínica.

jueves, 11 de octubre de 2018

ATALyC vuelve a Comodoro Rivadavia


El próximo 10 de noviembre , volvemos a Comodoro Rivadavia con estas 2 propuestas, mas que interesantes, como siempre desde ATALyC tratamos de contextualizar nuestra practica en un sentido latinoamericano, donde vamos llevamos la voz de colegas de toda América y en este caso, agregamos la voz de España, estas 2 charlas han sido declaradas de interés legislativo, la propuesta es hablar de Acompañamiento Terapéutico, y sera reflejado en el próximo numero de Antipodas, los esperamos!!!

domingo, 23 de septiembre de 2018

SEMINARIO DE COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA

Desde ATALyC (Acompañantes Terapéuticos de América Latina y el Caribe) vemos con alguna preocupación la falta de profesionalismo que hay hoy en día en el discurso de los colegas o futuros colegas, vemos la ausencia de textos o información propia y la constante solicitud de copias de planes de trabajo o informes, sumado a ello la escasa participación en espacios serios de intercambio de saberes (tales como congresos, charlas, etc.), mas aún cuando vemos intentos de representación y se les ofrece espacios para comunicar nuestra profesión o sus falencias y se lo hace con datos erróneos , con una comunicación pésima o una falta de profesionalismo que aterra , de allí es que nos a surgido la pregunta, ¿que falta para producir un discurso estratégico en el Acompañamiento terapéutico?, ¿que falta para profesionalizar el discurso?, ¿que nos falta para defender la profesión con un apoyo teórico y clínico?, ¿para encuadrarnos como profesionales?, ¿para defender nuestra practica con profesionalismo?, ¿para plantarnos frente a la oferta laboral del a.t. como un vale todo?, que nuestra profesión la puede realizar cualquiera que haya estudiado mas tiempo que nosotros pero que haya estudiado otra cosa, ¿como podemos mostrar esa falta de ética de otros profesionales que realizan nuestro trabajo?, pero con datos teóricos, ¿como organizamos esa palabra?, ¿como estructuramos nuestro decir?, para que cuando digamos, hablemos de acompañamiento terapéutico, preguntas que planteamos en el seminario y preguntas que surgen en el seminario mismo, las vamos desarrollando con la compañía de la Lic. en Comunicación Social y A.T Giuliana Dalinda, con la Diseñadora en Comunicación Social Laura Alvarez y el A.T. Vladimiro Chiattone, y esta invitación fue recepcionada por 30 colegas, divididos en grupos de 10 en tres días de la semana. Luego de la primer semana de transcurrido el seminario, evaluamos con gran orgullo que es posible desarrollar un discurso propio, ajeno a la violencia del no saber y como no se agredo, podemos decir que es posible construir una comunicación propia desde el Acompañamiento Terapéutico y que somos capaces de producir espacios serios y dignos de nuestra profesión, que podemos pararnos frente a una obra social y decir que nuestro trabajo no lo puede hacer cualquiera que no es ético pedir ni aceptar un trabajo por el cual no nos hemos preparado y que al acompañamiento terapéutico lo precede una historia y una efectividad clínica que respalda nuestra autonomía. Seguiremos fomentando estos espacios de saber y de construcción del discurso. Están invitados.

ATALyC

domingo, 2 de septiembre de 2018

Seminario "Comunicación estratégica en el Acompañamiento Terapéutico"


A.T. Lic. en Comunicación Social: Giuliana Dalinda
Diseñadora en Comunicación Visual: Laura Alvarez
A.T. Vladimiro Chiattone.
4 clases de 18 a 20hs, comienza lunes 17 de septiembre
Clases Lunes 24, lunes 1 de octubre y lunes 8.
La comunicación estratégica es primordial al momento de contar lo que hacemos y como lo hacemos, como pensar un Plan de Trabajo, un Curriculum vitae, como presentar un trabajo en un congreso, etc. herramientas necesarias para profesionalizar la palabra.
Inscripciones a vladimiroch@hotmail.com tel. 0221 5016577 (se guarda cupo con el pago del seminario $300)

Clases en La Plata. LOS ESPERAMOS, 

se entregaran certificados

viernes, 8 de junio de 2018

domingo, 3 de junio de 2018

Resiliencia, Por Jorge Aleman

Resiliencia
Así como el nefasto término "Autoestima" revela de un modo privilegiado las exigencias superyoicas del modo de producción de subjetividad neoliberal, la expresión Resiliencia la completa. El famoso termino, en absoluto es un elogio del coraje implicado en el deseo , más bien demanda  una Sumisión despolitizada al siguiente mandato:hagan lo que hagan contigo vamos a premiar que lo soportes y haremos de esto una cualidad que te designa. Es un termino hecho a la medida exacta del nuevo Capitalismo que reclama que por abstracta y opaca que sea la fuerza que siempre te pide más, la virtud reside en quien se somete a ella. El par autoestima_resiliencia juegan al unísono y sirven a la voracidad superyoica del neoliberalismo. Lo que evoca y vuelve indispensable la precisa indicación de Gramsci llamando a no confundir nunca optimismo con entusiasmo.

viernes, 1 de junio de 2018

ATALyC con el Consejal Gaston Crespo



Con la finalidad de dar a conocer el Acompañamiento Terapéutico, su realidad, y su futuro  y su efectividad en la Salud Mental, hemos comenzado una agenda de visitas con distintos actores políticos de la Ciudad de La Plata, el 31 de mayo del 2018 nos recibió el Consejal Gastón Crespo, quien se mostró muy interesado por la profesión y se comprometió a trabajar en conjunto para el bien del Acompañamiento terapéutico

ATALyC PRESENTE, ORGANIZANDO EL XII CONGRESO INTERNACIONAL DE A.T.





lunes, 28 de mayo de 2018

Antípodas número 4...ya salió...

Salir del manicomio LECTURA 12


Página/12
Jue 26.11.2015 BUE http://m.pagina12.com.ar/commons/imgs/clima/mostlycloudy.gif.png26.7°C
PSICOLOGIA  › LA EXTERNACION DE HOSPITALES PSIQUIATRICOS
Salir del manicomio
Una investigación del CELS, junto con otros organismos de derechos humanos, reconoce logros en la externación de los hospitales psiquiátricos, pero también advierte sobre la persistencia de la violencia institucional y sobre el riesgo de que ella se reproduzca en los dispositivos diseñados para la salida del manicomio.

› Por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) *
En instituciones manicomiales, los entrevistados para esta investigación reportaron que los golpes y el maltrato verbal son prácticas frecuentes, tanto sobre los internos, por parte de operadores de salud, como entre los internos mismos. También hubo testimonios de violencia ejercida a modo de castigo. Un hombre refirió haber sido llevado a la terraza de un hospital psiquiátrico y dejado allí durante toda la noche. Una mujer describió cómo una enfermera la había obligado a reingerir su propio vómito ante su negativa a tragar la medicación. Algunos entrevistados percibían que si no habían sido maltratados era porque “tuve suerte”. Un hombre comentó que nunca le pegaron ni recibió maltrato verbal porque “siempre fui dócil”. Aun cuando no se lo padezca físicamente, ser testigo constante de este tipo de prácticas hacia otros compañeros tiene profundas y lesivas consecuencias en la subjetividad. Conocer y callar sobre tales abusos se manifiesta muchas veces en ansiedad y miedo. Algunos entrevistados reportaron la sobremedicación como práctica habitual de castigo y control.
La modalidad de atención despersonalizada afecta a todos: si una persona, en un determinado momento, no puede usar tenedores o cuchillos, la atención debería ayudarlo en su situación particular y no hacer que él y todos los demás coman sus alimentos con cuchara. Otra dinámica del psiquiátrico, particularmente lesiva, es la actitud de los equipos técnicos en cuanto a dialogar y recibir las opiniones de las personas internadas. Cuando determinadas prácticas y medidas son cuestionadas, los profesionales las justifican con argumentos pseudotécnicos, que por lo general desestiman las opiniones, pedidos y reclamos de las personas que padecen las prácticas y de sus allegados. La naturalización de la lógica manicomial en la atención en salud mental (dentro del hospital monovalente o afuera) implica la subestimación de la voz de los usuarios. La situación de la Sección Asociada de Psiquiatría del Hospital Alejandro Korn (“Melchor Romero”) de la ciudad de La Plata dio lugar a una serie de acciones judiciales en respuesta a la gravedad de los hechos constatados. En conjunto con el colectivo Desheredados de la Razón, conformado por trabajadores y voluntarios del hospital, el CELS interpuso una acción de amparo.
El reconocimiento del derecho a la privacidad es piedra fundamental del respeto a la autonomía y la dignidad de las personas. El modelo de atención manicomial en hospitales, pero también en otros dispositivos residenciales, no suele contemplar espacios para resguardar la privacidad. El sujeto no puede registrar nada como singular y propio, y suele verse expuesto a la mirada de otros en momentos privados como bañarse, cambiarse de ropa, dormir. Es común que las personas institucionalizadas no cuenten con espacios adecuados para resguardar sus escasas pertenencias, por lo que es frecuente que les sean hurtadas. Las dificultades para tener pertenencias obedece tanto a motivos económicos como a políticas institucionales, medidas pensadas para “proteger” a las personas internadas, lógica que se extiende incluso al control estricto sobre las pequeñas cantidades de dinero a las que pueden acceder. Al ser internadas, muchas personas son despojadas de efectos personales básicos, como el documento de identidad y el reloj, dos marcas fuertes de despersonalización, desorientación y apartamiento de los códigos compartidos con la comunidad. Aun en los dispositivos de externación, en ocasiones el personal hospitalario conserva la administración de documentos y credenciales.
El dispositivo de externación en ningún caso debería reproducir esas dinámicas, sino ayudar a la reparación de sus consecuencias físicas y subjetivas. Pero en la mayoría de los dispositivos de externación se observó una ausencia generalizada de espacios adecuados para compartir tiempo en privado con otra persona, lo que por demás implica la negación del derecho a la intimidad, con exclusión de la posibilidad de contactos íntimos, afectivos y/o sexuales.
En contraste con los hospitales, talleres, centros de día y otros dispositivos, generalmente despersonalizados, en algunas residencias de dispositivos de externación se pudo observar que las personas alojadas las habitan como verdaderos hogares. Los usuarios que viven en estas residencias muestran diferentes formas de apropiación subjetiva y legítima de las casas, que se reflejan en la satisfacción que les producen las actividades hogareñas como limpiar, elegir la pintura de las paredes, colgar fotografías y afiches y mantener las plantas del jardín. Estas actividades cotidianas elementales resultan del todo novedosas para usuarios que han pasado períodos muy largos o su vida entera en instituciones psiquiátricas. Tras vivir cincuenta años internado en un hospital psiquiátrico, un entrevistado comentó: “Me conocen en el barrio, me ocupo de la limpieza, tareas domésticas, y estoy más tranquilo que en el hospital. Desde que me mandaron a este lugar no me quiero mover más. Me gustaría estar para siempre”.
Sin embargo, ciertos dispositivos de externación continúan las lógicas del pabellón psiquiátrico. En los hogares psicogeriátricos de Mendoza, a los que el hospital deriva personas largamente internadas, continúa el aislamiento de la comunidad, la falta de intimidad y de un abordaje singularizado.
En algunos dispositivos residenciales conviven hasta seis personas por habitación y en muchos casos ni siquiera registran con claridad con cuántos compañeros cohabitan. La gestión del espacio viene dada por una figura de autoridad, por lo general empleada por el hospital psiquiátrico; otros dispositivos cuentan con presencia permanente de enfermeros en un rol similar al hospitalario. Si bien es necesario contar con las personas adecuadas para brindar los tipos de apoyo que necesiten quienes habitan en un dispositivo residencial, es necesario problematizar un esquema de abordaje que se asemeja a la internación en el manicomio. En el Centro Basaglia en La Plata se evidenció la asignación de un funcionario policial para la custodia del centro, que suele estar vestido de civil, controla las entradas y salidas y se suma a tareas cotidianas del centro como acompañar a los usuarios en las visitas a sus allegados. Este tipo de prácticas da cuenta de la facilidad con la que se generan dispositivos similares a centros de reclusión, antes que una casa tendiente a la inclusión en comunidad.
Familias
En el proceso de externación, los usuarios enfrentan barreras para recuperar los lazos con la familia y los seres queridos. Ante una posible “alta”, las familias se ven abrumadas por la idea de que todos los cuidados de la persona externada quedarán a su cargo, dada la debilidad o ausencia de políticas de seguridad social y de vivienda adecuadas. Esto decanta en situaciones conflictivas. La cuestión de la disponibilidad de una vivienda idónea es identificada como una causa central de la negativa de las familias a recibir a usuarios externados. La institución asume que el cuidado que requiere la persona al momento del alta será satisfecho por la familia, pero no considera la necesidad de la propia familia de contar con apoyos para brindar ese cuidado. Además, el supuesto de que corresponde a la familia biológica acompañar el proceso de externación desconoce posibles historias de violencia familiar, abusos y malos tratos e, incluso, que la prolongación de la internación pudo haber sido promovida y definida por sus mismos familiares.
En muchos casos se trata de familias con situaciones económicas muy precarias, para quienes la expectativa de sostener materialmente a un familiar tras una larga internación es una carga desmedida o directamente inviable. Los allegados a los usuarios se encuentran frecuentemente en situación de vulnerabilidad social.
Otro ejemplo es el manejo del dinero que las personas perciben en concepto de peculio por su participación en “talleres protegidos”. Como describe el jefe de un servicio: “Hay familias que quisieran que les entreguemos el dinero a ellos, quieren gastarlo ellos. No porque haya mala intención sino porque son familias muy necesitadas que ven en esos 400 pesos la posibilidad de pagar la luz o el agua. Nosotros le damos la plata al operario-paciente y decide gastarse la plata en ropa o en zapatillas, cosas que tienen que ver con sus necesidades, y viene la familia a reclamar”.
Este enfrentamiento debería plantearse como una situación-problema a resolver entre los distintos actores. El trabajo conjunto con la familia puede dirimir este tipo de conflictos que desde los dispositivos manicomiales se presentan como irresolubles. Una trabajadora social de los Talleres Protegidos y el psicólogo social de La Huella, en la Ciudad de Buenos Aires, destacaron la importancia de trabajar la tensión entre los temores de las familias y el derecho de los usuarios a tomar decisiones autónomas, pero acompañados en el proceso de aprendizaje de manejo del dinero: “A veces las familias, desde el temor, no quieren que ellos se administren. Nosotros les decimos que el peculio está también para eso, para que ellos empiecen a entrenarse, para que puedan poner prioridades de gastos, para que puedan ver qué comprar. Hay pacientes que cobran el peculio y lo primero que hacen es comprarle regalos a la familia, y está buenísimo porque ellos nunca habían podido regalar nada con dinero obtenido por ellos. Pero también hay pacientes que se lo gastan en cigarrillos en dos días. Ahí decís: ‘No, paremos. Veamos cómo intentamos que este dinero de la pensión tenga un uso más adecuado’”. Esto fomenta un diálogo en el que los usuarios pueden expresar sus deseos y los parientes sus inquietudes y necesidades.
La ausencia de apoyos materiales para las familias o allegados obstaculiza las externaciones. Por ejemplo, J. P. es un hombre de 32 años, de nacionalidad peruana, que hace diez años está internado en el Hospital J. T. Borda, donde ha sido víctima de abuso sexual en dos ocasiones por parte de otro interno. Ante los constantes reclamos de sus hermanas por su precaria situación en el hospital, tanto los profesionales del equipo tratante como el juez a cargo de su causa de internación, además de mostrarse negligentes en su accionar, han emitido juicios discriminatorios hacia J. P. y sus hermanas, por ser extranjeros. Funcionarios del hospital y del juzgado mantienen una actitud de reproche hacia las hermanas de J. P. por no llevarlo a vivir con ellas, aun cuando saben que no tienen las condiciones materiales para albergar a alguien con sus características, y sin embargo ellas están muy presentes en la vida de su hermano para darle apoyos y velar por su bienestar. Con representación del CELS, J. P. y su familia han impulsado acciones para exigir al Estado que agencie las condiciones necesarias para que J. P. pueda ser incluido en un dispositivo centrado en la comunidad, con base residencial fuera del hospital, donde pueda tener una vida digna y acceso a un abordaje en salud mental adecuado.
Durante la internación deberían emprenderse acciones que contribuyan a la revinculación, como localizar a familiares con quienes se ha perdido el contacto o posibilitar encuentros. Luego del alta, una tarea fundamental, que algunos servicios de externación realizan, es brindar herramientas para que quienes asuman las tareas de cuidado puedan hacerlo de manera respetuosa. El asesoramiento abarca cuestiones legales y administrativas y el acompañamiento afectivo de los familiares. Es necesario trabajar con las familias acerca de las representaciones sociales sobre “el loco” y explicar qué le sucede a la persona, cuáles son sus posibilidades e inquietudes, más allá del diagnóstico psiquiátrico. En las reuniones multifamiliares convocadas en distintos dispositivos de preparación para la externación (en los hospitales Estévez, Borda, Cabred, etcétera) se propicia el intercambio de experiencias y el acompañamiento entre personas internadas y sus familiares; también hay actividades sólo para familiares, en las que se trabajan aspectos conflictivos como la convivencia, la autonomía, el uso de los recursos económicos. Esto suma a la sostenibilidad de los vínculos cuando la externación del hospital ya se ha concretado.
* Extractado del libro Cruzar el muro. Desafíos y propuestas para la externación del manicomio, recientemente publicado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). La investigación estuvo a cargo de Macarena Sabin Paz, Rosa Matilde Díaz Jiménez, Soledad Ribeiro Mieres, Lionel Giglia, Ana Sofía Soberón Rebasa, Víctor Manuel Rodríguez y Luciana Salerno, y participaron también el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Córdoba y el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Cuyo.

lunes, 21 de mayo de 2018

La clínica del acompañamiento terapéutico (AT) lectura 11

La clínica del acompañamiento terapéutico (AT)

San Pablo

Por 

La clínica del acompañamiento terapéutico (AT) | Letra Urbana

La función clínica del Acompañamiento Terapéutico (AT) aparece originalmente como una respuesta a la necesidad de encontrar nuevos dispositivos de cuidado para los pacientes con graves disturbios emocionales. Hoy esta práctica ya no se reduce a brindar asistencia para las tareas cotidianas de los enfermos sino que, se ha consolidado como un enriquecido dispositivo grupal donde los profesionales actúan con un equipo de enfoque múltiple. El AT devino un montaje clínico que alienta los recursos del sujeto.

Es de fundamental importancia que el trabajo en equipo se establezca, para que la heterogeneidad y la cooperación de los profesionales involucrados en el caso sean mantenidas, a fin de que el paciente perciba la existencia de un red de profesionales articulados.
Este artículo [2] describe los cambios ocurridos en la función del acompañamiento terapéutico (AT), desde su origen, analizándole por el bies estrictamente asistencialista e integrado a una equipo de abordaje múltiple. Consideramos, ya de antemano, que este equipo debería ser establecida, a priori, también bajo una nueva visión de la función de este agente de la salud, que viene actuando de una manera desvinculada de los equipos de los centros de salud, estableciendo colaboración con los psiquiatras para trabajaren con los pacientes que tienen graves comprometimientos emocionales.
La creación de la función clínica del AT tiene origen en una necesidad institucional, como Eduardo Kalina y colaboradores nos revelan, debido a los fracasos verificados en los tratamientos de pacientes con graves disturbios emocionales. Según Mauer y Resnizky, el AT se definió como una función específica integrada a un equipo de abordaje múltiple cuyas responsabilidades de cada dispositivo clínico son asimétricas e interdependientes. Es de fundamental importancia que el trabajo en equipo se establezca, para que la heterogeneidad y la cooperación de los profesionales involucrados en el caso sean mantenidas, a fin de que el paciente perciba la existencia de un red de profesionales articulados y con la capacidad de contención frente a la “dispersión” inherente a los fenómenos psicóticos.
El trabajo clínico del AT – debe quedar claro – no se hace de manera aislada, lo que indica la necesidad de que el profesional este inserto en un equipo, de manera a garantizar una mejor definición de su función en cada caso. Un equipo de tratamiento para los pacientes con graves compromisos emocionales debe constituirse con al menos dos profesionales ocupados con el paciente y con su entorno familiar. Es importante destacar que el equipo debe tener un buen mecanismo de cooperación y fluidez de la información [3], así como también explicitar al paciente y su familia que la comunicación entre los profesionales es necesaria y frecuente.
El origen del AT está atado a una historia institucional que es en sí mismo una marca fundamental que caracteriza la función descrita por Mauer y Resnizky. Tomemos una cita de los autores: “Al establecer un contacto cotidiano con el paciente, el Acompañante Terapéutico podrá obtener informaciones fiables sobre el comportamiento del paciente en la calle, sobre los vínculos que mantiene con los miembros de la familia sobre el tipo de personas con las que prefiere relacionarse y sobre las emociones que lo dominan. Registrará, también, conductas llamativas en la vida cotidiana en relación a la alimentación, al sueño, a la higiene personal. Todo esto ayudará, en menos tiempo, a una comprensión global del paciente por el equipo y servirá como un indicador de diagnóstico y pronóstico de un valor inestimable “(Mauer y Resnizky, p.63, 1986).
Sin embargo, defendemos la idea de que la formación psicoanalítica contribuya para la actuación del profesional y consideramos de suma importancia que el AT independiente tenga una “mirada institucional”, que comprenda las características específicas de dispositivos clínicos que compongan la arquitectura terapéutica institucional del tratamiento.
La función del AT, en la forma descrita anteriormente, se constituyó en un contexto de dependencia institucional “Su trabajo no puede lograrse de manera aislada. Se inscribe dentro de un equipo “(Mauer y Resnizky, p.64, 1986). El AT asume la responsabilidad de recopilar informaciones sobre la vida del paciente para el equipo que lo asiste. Así, la función está limitada a la necesidad de la institución de prolongarse hasta los espacios de circulación del paciente afuera del espacio institucional. Inicialmente, el AT también tenía como tarea llevar a cabo procedimientos asistenciales tales como ayudar al paciente a cuidar de su higiene personal, a realizar tareas domesticas, a ir al banco, ayudar a proporcionar documentos, entre otros.
Después de treinta años desde el establecimiento de la función, se percibe que el AT ha registrado cambios significativos. Hay una proliferación de grupos y de profesionales independientes que actúan sin vínculos institucionales con un equipo de enfoque múltiple (específicos de los centros de salud o montajes institucionales de tratamiento). Ello cambia radicalmente el papel de AT y en ese sentido se requieren nuevas teorizaciones capaces de anclar sus actividades. Más que eso, se percibe que la práctica del AT no se ha limitado a un área de conocimiento, lo que crea aún más confusión sobre la función clínica, una vez que es común ver a los estudiantes de medicina, educadores, terapeutas ocupacionales y otros profesionales de la área de la salud involucrados con esta práctica, basados en la creencia de que se trata solamente de circular con un paciente psicótico en los espacios públicos y comunitarios.
De esta manera, es de gran importancia la presentación de los conceptos específicos de este dispositivo, oriundos desde la práctica clínica, como hemos visto ocurrir hoy. No es un problema que otros profesionales elijan el Acompañamiento Terapéutico como ejercicio profesional. Sin embargo, defendemos la idea de que la formación psicoanalítica contribuya para la actuación del profesional y consideramos de suma importancia que el AT independiente tenga una “mirada institucional”, que comprenda las características específicas de dispositivos clínicos que compongan la arquitectura terapéutica institucional del tratamiento. La relación con un paciente psicótico es muy intenso y difícil de soportar, por lo que requiere de estrategias y construcciones que permitan superar situaciones de crisis. El AT independiente puede incluso hacer uso de la “mirada institucional” para tejer, en cada caso, una red de profesionales pertinentes a las singularidades en juego, lo que reafirma el aspecto institucional de la clínica autónoma. En este punto, cabe concordar con Mauer y Resnizky en lo se refiere a la dependencia del AT independiente de otros profesionales, siempre está, por lo menos, ligado a un psiquiatra.
Podríamos decir que, ahora el AT honra a la institución al actuar como un “agente articulador” de los profesionales involucrados en un caso. Este nuevo atributo depende de conocer, buscar e investigar “quien es” el sujeto psicóticos en cuestión.
Cuando hablamos de la posibilidad del AT autónomo de “tejer una red de profesionales involucrados en un caso”, tomamos a este profesional como “el idealizador del proyecto terapéutico”, lo que va mucho más allá del aspecto asistencialista dado a la función tradicionalmente. Podríamos decir que, ahora el AT honra a la institución al actuar como un “agente articulador” de los profesionales involucrados en un caso. Este nuevo atributo depende de conocer, buscar e investigar “quien es” el sujeto psicóticos en cuestión. Según Freud, un brote equivale a un intento de construcción de una realidad menos insoportable, tal como una mucho menos insoportable, como se trabajó en el caso Schreber, a partir de lo cual inaugurase una dimensión ética del psicoanálisis frente al delirio: en lugar de eliminarlo, escucharlo. De este modo, la enseñanza freudiana direcciona el AT al uso del concepto de escucha clínica psicoanalítica.
El proyecto terapéutico que se aplicará dependerá, a su vez, de la formación psicoanalítica, ya que es la escucha clínica psicoanalítica la que ofrece instrumentos pertinentes para que se conozca el sujeto psicótico. Como dicen los franceses en el juego de palabras, Queta d’un sujet, un sujet d’enquête (en la búsqueda, en la investigación de un sujeto). De qué modo Lacan nos habituó a escuchar a un psicótico? ¿Qué es que lo hice entrar en brote? ¿Cuál fue la producción en su delirio, durante el brote? ¿Qué le permitió salir del brote? ¿Cómo vive este sujeto, el borde de la locura, sin caer en el agujero de la psicosis? ¿ De qué manera el pude estabilizarse? Estas son preguntas fundamentales para reconocer los recursos disponibles al paciente en un determinado momento del proceso clínico.
…Se habla de la apuesta a los recursos de un sujeto, que se ubica en la tenue frontera entre la experiencia del brote psicótico y la estabilidad.
Es evidente que el AT y el análisis individual de los psicóticos son dispositivos clínicos distintos, aunque ambas prácticas se basan en la escucha psicoanalítica. En la especificidad del AT, la escucha clínica sirve como herramienta de reconocimiento del sujeto psicótico, en un momento dado del proceso clínico. Son informaciones importantes, una vez que cualquier direccionamiento del proyecto terapéutico exige el reconocimiento de las condiciones y las posibilidades presentadas por el paciente, incluso en lo que es relativo a la construcción de un montaje institucional de tratamiento. En otras palabras, se habla de la apuesta a los recursos de un sujeto, que se ubica en la tenue frontera entre la experiencia del brote psicótico y la estabilidad.
[2] - Estas reflexiones están presentes en la tesis de doctorado titulada "Acompañamiento Terapéutico y psicosis: un Articulador del real, simbólico y imaginario", bajo la orientación de Prof. Dra. Rosa Miriam Debieux.
[3] - Según Ciacci (1998), la fluidez de un equipo de tratamiento puede ser teorizada por medio del concepto de pratique à plusieurs (práctica entre varios), lo que implica que el conocimiento de uno no exime de la necesidad del saber del otro, porque sólo así no se produce la cristalización de un miembro del equipo en la posición de líder o detentor del "saber primordial” sobre el paciente. Lo que debe estar en cuestión es el deseo de cada uno de los miembros del equipo de tratar el paciente de manera inventiva. En otras palabras, cada miembro del equipo debe ser tocado por el "no saber", que todo caso moviliza, estimulándose un hacer clínico movilizado por el deseo, bajo lo cual se centra la tensión inherente a la relación entre el tejido institucional (cuerpo técnico), los deseos singulares, los integrantes y las relaciones con la con la clínica.