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viernes, 10 de julio de 2015

El siguiente es un trabajo que presenté en el IX Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos organizado por la Fundación Madres de Plaza de Mayo entre los días 18, 19, 20 y 21 de noviembre de 2010

“EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPEUTICO COMO HERRAMIENTA FUNDAMENTAL PARA EL PROCESO DE DESMANICOMIALIZACION”

            En los últimos años se ha visto una explosión del Acompañamiento Terapéutico, pero este es un recurso utilizado solo por aquellos que pueden pagarlo o si su obra social o prepaga lo cubren. Ahora bien, ¿que ocurre con aquellos que no pueden pagar la prestación o que la obra social no la cubre? ¿Que seria necesario para socializar o masificar esta profesión?, la masificación de una profesión depende de la efectividad clínica de la misma, de su encuadre y/o de la aceptación que tiene de otras disciplinas de las cuales depende su derivación.

            Con el Acompañamiento Terapéutico pasa algo particular que tratare de enumerar:

1.    El interesado en profesionalizarse en el Acompañamiento Terapéutico cuenta con una extensa y disímil oferta en cuanto a su formación, cursos de 2 meses careciendo de la cantidad de horas teóricas que son necesarias para la formación de alguien que debe estar en e día a día del paciente y en general careciendo de pasantías o realizándolas en las mismas instituciones que les dictan el cuso generando, así, una mano de obra barata, también existen cursos a distancia (vía Internet) con todo lo que implica la falta de practica en una profesión que se basa en ella, títulos intermedios a carreras universitarias (por lo general en psicología) generando así profesionales que creen que ejercen el acompañamiento terapéutico derivado de tal o cual rama de tal o cual profesión y defendiendo esta postura hasta en el campo clínico interfiriendo, esta, en su accionar  o técnicaturas de 2 años dependiendo de la provincia en donde estudia, cursos de 9 meses, etc.
2.    Normalmente las instituciones que ofrecen los cursos dependen o están dentro de una clínica psiquiátrica o instituciones relacionadas con la internación generando así profesionales que nunca se alejaran del modelo hegemónico y que serán funcionales a los establecimientos en los que fueron formados.
3.    Quienes están como directores de los cursos por lo general son profesionales de la salud con carrera universitaria afín a la salud (médico, psicólogos, terapistas ocupacionales y hasta farmacéuticos) dando un sesgo asistencial a la formación, ya que su formación será orientada hacia la profesión que tenga quien la dirige.
            Algunas ideas de como se comenzaría a solucionar esta problemática:

            El primer punto es fundamental, la regulación y unificación de un programa afín con la determinación de una exigencia en las horas cátedra y pasantías logrando así, una unificación de criterios en el profesional que deberá derivar la prestación de Acompañamiento Terapéutico, en todo el territorio Nacional el Acompañamiento Terapéutico  tendrá básicamente una misma formación, esto facilitará enormemente la tarea del encuadre y la facilidad del profesional que deriva ya que tiene en claro la función y especificidad del at- Esto se lograra solamente con la inclusión de la figura del profesional, su territorio clínico y una descripción de sus funciones en las futuras leyes de salud mental que dicten en todo el territorio, como se logra esto? con la participación activa de las asociaciones que nuclean a los at´s la integración de los ministerios de cada municipio y/o provincia en la regencia de los profesionales

            En el punto 2 son los ministerios de salud quienes deben habilitar lugares para la formación de los futuros profesionales, unificando los contenidos mínimos de los programas y certificando los títulos emitidos y que se creen listados de aquellos que egresen, poniendo, además, el requisito de una especialización, curso, seminario, etc. por año, garantizando una prestación de calidad. La formación en instituciones se orienta, la mayoría de las veces, a cubrir la especificidad de la demanda interna sin tener en cuenta el aspecto social de la profesión y formar un profesional en un solo aspecto del territorio clínico en el que va a actuar no es lo que se espera de un curso de acompañamiento terapéutico.
            Respecto al punto 3  lo considero vertebral en la formación de profesionales ya que el acompañante terapéutico es una pieza de un equipo multidisciplinario y debe ser formado en consecuencia, por lo que quien dirige un curso de acompañante terapéutico debe ser un acompañante terapéutico y no otro profesional de la salud, si se quiere jerarquizar una profesión lo primero que debe pasar es darle el crédito que esta se merece.

            El acompañante terapéutico es un profesional que se debe formar para trabajar con el individuo, con su entorno (red vincular), en su vida cotidiana tratando de insertar al paciente en el día a día y ayudarlo a mejorar su calidad de vida prestando atención, entre otras cosas, a su patología, pero no a esta como su única objeto de observación sino como una parte mas de la esencia del individuo, el acompañante terapéutico debe ver al paciente como un ser bio-psico-social, o como lo ha redefinido el Dr. Juan Carlos Domínguez Lostaló, Socio-bio-Psico, planteando un cambio de paradigma, debe, entonces, prestarse como un yo auxiliar que le permita al sujeto la reconstrucción del suyo propio.

            Como puede desprenderse de todo lo antedicho ¿por que debe ser un profesional de la salud quien regentee la formación del acompañante terapéuticos?, si este solo cubrirá una parte del espectro profesional del acompañamiento terapéutico. Por esto, es tarea dura la de romper con las Hegemonías preestablecidas en el ámbito de la salud mental, Hegemonías planteadas desde el modelo medico, que ha venido describiendo al paciente como un conjunto de patologías que desencadenan una enfermedad incluida en un diccionario, que entre otras cosas esta armado con la intervención o mas bien complicidad de los laboratorios farmacéuticos y se encaran y dirigen tratamientos apuntando solo a lo patológico (biológico) y lo que no entre en este espectro no es tenido en cuenta y se cae en la consecuente cronificación y las sucesivas internaciones. Es parte fundamental del a.t. la de ubicarse como un profesional mas dentro del equipo interdisciplinario sin ser asistente de uno u otro profesional, es imprescindible el trabajo intramuros del acompañante terapéutico ya que él debe actuar como agente de prevención. Decimos prevención por que la cercanía vivencial del acompañante terapéutico con el paciente le permite ejercer un control mas efectivo, actuando como agente de prevención primaria de la salud, o prepatogenesis de la salud, con la protección especifica, llevando un calendario de vacunas y las visitas periódicas a especialistas. Como agente de prevención secundaria mediante la ayuda de un diagnostico temprano y en consecuencia un tratamiento oportuno y le pone un limite al factor discapacitante, ayudando, este, en la rehabilitación, que ya es campo de la prevención terciaria, estos dos últimos tipos de prevención denominados patogénesis. En la descripción de estos tres tipos de prevención demostramos por que el trabajo individual del Acompañamiento Terapéutico ayuda a la reducción de costos, ya que se disminuye el índice de ocupación institucional (hospitalaria, centros de rehabilitación, etc.), la disminución de los días de cama ocupados (factor primordial en el ámbito de la salud publica), el consecuente aumento de la tasa de sobrevida. Por eso debemos reinventar el Acompañamiento Terapéutico, desde sus bases, condición imposible sin una ley que respalde ese accionar, que nos permita dar batalla ante las obras sociales que nos piden, por ejemplo, una historia clínica y una derivación medica para otorgar la cobertura de una prestación, prestación que por sus características económicas (valor hora) queda relegada a una prestación menor, pero su eficacia la utilizan a menudo, la falta de una ley marco divide a los profesionales y esa división es utilizada por los sistemas hegemónicos que condicionan la prestación mediante pagos realmente pingues para el trabajo que realiza el acompañamiento terapéutico, y además de realizar los pagos a los 4 meses, obligando, así, a cobrar el resto a la familia o a los Coseguros, alternativas esta que no están al alcance de toda la población por lo que volvemos al principio:
                                  
 Exigimos una formación unánime y separada de los modelos hegemónicos reinantes en la salud mental, pero a su vez cuando planteamos la socialización de la prestación nos encontramos que el modelo hegemónico esta en todos los estamentos y es imposible separarse de estos sin una ley que nos ampare, pero que solo con esto no basta, será necesario aunar los esfuerzos para la cobertura en todo el territorio pero además la formación de asociaciones o colegiaturas que realicen un seguimiento de su cumplimiento.

            Si se me permite voy a concluir con una reflexión:
            Si el Acompañante Terapéutico se ofrece como un modelo identificatorio en el proceso de reconstrucción yoica del paciente, ¿no debería, él, contar con una identidad profesional emanada de su emancipación en la formación? Definir o recuperar la identidad ayudará al profesional a defender su posición frente a la sociedad, en el presente no puede defender posición alguna, ya que no hay una sola posición.
            El acompañante terapéutico es una parte importante del equipo interdisciplinario, no un asistente de tal o cual profesión. Es, además por todo lo dicho, una herramienta fundamental en el proceso de desmanicomialización.
Gracias.”

            En la ardua tarea de darle una entidad científica al Acompañamiento Terapéutico, basado en lo empírico es, entonces, que nos embarcamos en la escritura del presente material que, esperamos sirva como material de discusión y de consulta.

            Proponiendo nuevos territorios clínicos, aportando nuevas aplicaciones en el plano de la salud y las distintas instituciones, intentando formar una conciencia desmanicomializadora en la sociedad y por que no en los estamentos de poder o de decisión, de inmediata y de fácil implementación, con costos mas bajos que los utilizados en el presente y con resultados decididamente mas efectivos, según se explicará, y /o se deducirá,  en el presente trabajo.

            La idea de un trabajo personalizado, con los pacientes, trae aparejado los conceptos de prevención, resocialización, identidad y le saca el peso de la estigmatización de la patología. Decimos prevención por que la cercanía vivencial del Acompañante Terapéutico con el paciente le permite ejercer un control más efectivo, actuando como agente de prevención primaria de la salud, o prepatogenesis de la salud, con la protección especifica, llevando un calendario de vacunas y las visitas periódicas a especialistas. Como agente de prevención secundaria mediante la ayuda de un diagnostico temprano y en consecuencia un tratamiento oportuno y le pone un limite al factor discapacitante, ayudando, este, en la rehabilitación, que ya es campo de la prevención terciaria, estos dos últimos tipos de prevención denominados patogénesis. En la descripción de estos tres tipos de prevención demostramos por que el trabajo individual del Acompañamiento Terapéutico ayuda a la reducción de costos, ya que se disminuye el índice de ocupación institucional (hospitalaria, centros de rehabilitación, etc.), la disminución de los días de cama ocupados (factor primordial en el ámbito de la salud publica), el consecuente aumento de la tasa de sobrevida.
             La concientización de la efectividad clínica del Acompañamiento Terapéutico permitirá la temprana incorporación de este tipo de profesionales (con una adecuada formación) a los tratamientos convencionales, generando así, una mayor respuesta positiva al tratamiento, evitando de esta manera, lo que exponen el licenciado Gustavo Rossi y el licenciado Gabriel Pulice en el prefacio del libro: “ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO, APROXIMACIONES A SU CONTEXTUALIZACION”, (Presentación de Material clínico) Editorial Polemos S.A.,”…el acompañante terapéutico es llamado a llenar los vacíos, los puntos ciegos de las instituciones y los terapeutas. Allí donde no se sabe qué hacer con un paciente, en estos casos se lo enchaleca con psicofármacos o se le pone acompañamiento terapéutico, o ambas cosas a la vez…”


            Si tenemos en cuenta al individuo como un  conjunto, un ser bio-psico-social, llegaremos a una mejor comprensión de la verdadera función del acompañante terapéutico, esta división tripartita, describe en un todo al individuo y los aspectos a tener en cuenta a la hora de planificar un efectivo dispositivo terapéutico. Vladimiro Chiattone

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